El Puerto Rico de Naomi Klein en ‘La batalla por el paraiso’

Puerto Rico y ‘la doctrina del shock‘: impulsar una oleada de cambios radicales de manera veloz

[Cultura – Literatura – Política] 

 

Entre los escombros del huracán María, los puertorriqueños y los puertopians multimillonarios están atrapados en una batalla campal para decidir cómo reconstruir la isla.

En esta vital y asombrosa investigación, Naomi Klein en ‘La batalla por el paraiso’ revela cómo las fuerzas de las políticas del shock y del capitalismo del desastre buscan minar la visión radical y resiliente de una recuperación justa.

 

Prefacio de ‘La batalla del paraiso’

Un día antes de que yo cruzara ese portal en Orocovis, el gobernador Ricardo Rosselló ofreció un mensaje televisado al país desde detrás de su escritorio y flanqueado por las banderas de Estados Unidos y de Puerto Rico.

“Superando la adversidad, también se presentan grandes oportunidades para construir un nuevo Puerto Rico”, declaró. El primer paso sería la privatización inmediata de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico, conocida como la AEE, que es uno de los proveedores públicos de energía más grandes de Estados Unidos y que, a pesar de sus millones de dólares en deudas, también es la que más ingresos capta.

“Se venderán activos de la AEE a empresas que transformarán el sistema de generación en un sistema moderno, eficiente y menos costoso para el pueblo”, dijo Rosselló.

Éste resultó ser el primer disparo de una ametralladora cargada de anuncios similares. Dos días después, el astuto, carismático ante las cámaras y joven gobernador develó su tan esperado ‘plan fiscal’, que incluía cerrar más de trescientas escuelas y acabar con más de dos terceras partes de las oficinas del Gobierno en la isla, reduciéndolas así de ciento quince a solo treinta y cinco.

Tal y como Kate Aronoff declaró en el ‘The Intercept’, esto “conllevaría la deconstrucción del estado administrativo de la isla” (razón por la cual no debe ser ninguna sorpresa que Rosselló tenga tantos admiradores en el Washington de Trump).

 

La doctrina del shock

Una semana después, el gobernador volvió a salir en la televisión y presentó un plan para permitir que en el sistema educativo se instauraran escuelas privadas chárter y se otorgaran vales educativos privados, dos medidas que el profesorado y los padres de Puerto Rico han logrado impedir con éxito varias veces en el pasado.

Este es un fenómeno al que he bautizado como ‘La doctrina del shock‘; en Puerto Rico se está implantando de una manera más cruda que la que se vio cuando desmantelaron el sistema público de enseñanza y las viviendas de bajo coste de Nueva Orleans justo después del paso del huracán Katrina, cuando la ciudad todavía estaba mayormente vacía de habitantes.

La secretaria de Educación de Puerto Rico, la exconsultora administrativa Julia Keleher, no tiene reparos en decir de dónde saca su inspiración: un mes después del María tuiteó que Nueva Orleans debería ser un “punto de referencia” y que “no deberíamos subestimar los daños ni la oportunidad de crear nuevas y mejores escuelas”.

La velocidad y la ‘doctrina del shock

Un eje central de la estrategia de la ‘doctrina del shock‘ es la velocidad: impulsar una oleada de cambios radicales de una manera tan veloz que es casi imposible seguirle el paso.

Así, por ejemplo, mientras que mucha de la exigua atención mediática se centra en los planes de privatización de Rosselló, un ataque igualmente significativo sobre las regulaciones y la fiscalización independiente —que está descrito en su plan fiscal— ha pasado casi desapercibido.

A este proceso le falta mucho por culminar. Se habla mucho de más privatizaciones que vienen en camino: carreteras, puentes, puertos, lanchas, sistemas de acueductos, parques nacionales y otras áreas de conservación ambiental.

Manuel Laboy, el secretario de Desarrollo Económico y Comercio de Puerto Rico, declaró a ‘The Intercept’ que la electricidad es solo el comienzo. “Efectivamente esperamos que sucedan cosas parecidas en otros sectores de las infraestructuras. Podría ser mediante la privatización total o podría ser un verdadero modelo de APP (alianzas público-privadas)”.

 

Sin protestas masivas

A pesar de la naturaleza radical de estos planes, la respuesta por parte de la sociedad puertorriqueña ha sido poco ruidosa. No se respondió masivamente contra la primera ola de anuncios trepidantes de Rosselló.

No hubo ninguna huelga como respuesta a sus planes de contraer el Estado radicalmente y de recortar las pensiones, Ni hubo ninguna revuelta contra los puertopians que están abarrotando la isla para construir su estado liberal libertario de ensueño. Sin embargo, Puerto Rico tiene una larga historia de resistencia popular y de sindicalismo muy radical. Así que, ¿qué está sucediendo?

Lo primero que hay que entender es que los puertorriqueños no experimentan una dosis extrema de la ‘doctrina del shock‘, sino dos o incluso tres, y todas superpuestas una sobre la otra en un híbrido de la estrategia nuevo y terrorífico, lo que hace que la resistencia sea particularmente difícil.

Muchos puertorriqueños me comentaron que el capítulo más reciente de esta historia en realidad comienza en 2006, cuando se permitió que expiraran las exenciones fiscales que se usaron para atraer a los manufactureros estadounidenses a la isla, lo que dio pie a una ola devastadora de fuga de capital.

 

Puerto Rico y la fuga de capitales en 2006

Esto supuso un shock tan profundo a la economía de la isla que, en mayo de 2006, gran parte del Gobierno cerró temporalmente, incluso las escuelas públicas.

Este fue el primer golpe. El segundo llegó cuando el sistema financiero mundial colapsó menos de dos años después y profundizó dramáticamente una crisis que ya estaba bastante encaminada.

Sin dinero y desesperado, el Gobierno de Puerto Rico recurrió a la estrategia de pedir préstamos, en parte gracias a su estatus fiscal especial para emitir bonos municipales exentos de impuestos locales, estatales y federales.

También compró bonos de inversión de alto riesgo, que llegaron a acumular tasas de interés de entre el 785 % y el 1000%. La deuda de la isla explotó, en gran parte debido a este tipo de instrumento financiero depredador y de préstamos que se asumieron bajo condiciones que a ojos de muchos expertos eran ilegales de acuerdo con la Constitución de Puerto Rico.

Según la información recopilada por el abogado Armando Pintado, los pagos al servicio de la deuda, que incluyen intereses y otros cargos que se le pagan a la industria bancaria, aumentaron cinco veces entre 2001 y 2014, con un pico particularmente notable en 2008. Esto supuso otro shock más a la economía de la isla.

 

Puerto Rico y el ‘estado de emergencia’

Y así, como parte de una historia demasiado conocida, se abusó de una atmósfera de crisis para forzar una austeridad severa a un pueblo desesperado.

En 2009, el entonces gobernador de Puerto Rico aprobó una ley que declaró un ‘estado de emergencia’ y la usó para despedir a más de diecisiete mil empleados del sector público —a los que les arrebató los derechos adquiridos— y quitar los aumentos salariales a muchos otros.

Todo esto ocurrió en un momento en el que el desempleo ya rondaba el 15%. Como ha ocurrido en todas partes (estas políticas las han impuesto recientemente desde el Reino Unido hasta Grecia), la isla no volvió a crecer ni a estar económicamente saludable. La lanzó al abismo de la falta de empleo, la recesión y la bancarrota.

 

La autora

Naomi Klein es una periodista laureada, columnista de prensa y autora de los bestsellers ‘No logo’, ‘La doctrina del shock’, ‘Esto lo cambia todo’ y ‘Decir no no basta’, todos ellos publicados por editorial Paidós. ‘Esto lo cambia todo’, el documental inspirado en el libro, se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2015.

En 2017 se unió a la prestigiosa revista digital ‘The Intercepty’. Sus escritos tienen amplia difusión a través de publicaciones como ‘The Guardian’, ‘The Nation’, ‘The New York Times’, ‘The New Yorker’, ‘Le Monde’ y ‘The London Review of Books’.

Klein forma parte de la junta directiva de <350.org>, un movimiento internacional de acción climática, y es miembro de número de la Puffin Foundation en The Nation Institute.

Es además una de las promotoras del Manifiesto ‘Dar el Salto’, una declaración en favor de una reestructuración rápida y justa que ponga fin al uso de combustibles fósiles. En noviembre de 2016 fue galardonada con el prestigioso Premio de la Paz de Sídney (Australia).

 

 

 

 

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