Bernd y Hilla Becher – Estudio de su obra – I
La fotografía como medio de un quehacer documental y artístico
[Cultura – Fotografía]
En estudio de la obra y la influencia de Bernd y Hilla Becher pueden seguirse tres líneas diferentes que conforman una unidad, la cual, a su vez, constituye una brillante novedad: en primer lugar, la fotografía como medio de un quehacer documental y artístico; en segundo lugar, la tipología, la secuencia gráfica, la serie y la comparación gráfica como principio de trabajo; y en tercer lugar, los contenidos histórico-arquitectónicos, histórico-funcionales y al mismo tiempo histórico-económicos de sus fotos: las arquitecturas y grandes objetos del diseño funcional salidos de un mundo pasado de la industria pesada y de la minería, con sus altos hornos, sus torres de enfriamiento, sus torres de agua, sus torretas de extracción, sus depósitos de gas, sus silos, sus naves industriales, así como con esos objetos en el entorno urbano y el otro gran tema de los edificios individuales.
Los objetos del mundo laboral
El mundo en las fotografías de los Becher está delimitado en el tiempo y determinado por su funcionalidad. Este mundo permaneció inadvertido hasta bien entrados los años ochenta. Estos objetos del mundo laboral eran reconocidos solamente en casos muy poco frecuentes, en especial cuando por su forma se adscribían a un estilo específico (Jugendstil o los modernismos de los años veinte o los cincuenta.) El trabajo de los Becher no insta a la conservación de todos esos edificios y objetos, sino que tiene como objetivo la realización de un inventario lo más abarcador y objetivo posible de un mundo desaparecido, de un mundo que ya no es necesario desde el punto de vista funcional. “No tenemos intención de convertir en reliquias las viejas edificaciones industriales, pero queremos producir una cadena en cierto modo continua de sus distintos aspectos».
La vertiginosidad con que desaparecían los objetos que habían perdido su utilidad, algunos de los cuales el dibujante ya no los encontraba en su próxima visita, fue el desencadenante para que, en 1957, Bernd Becher (que por entonces aún se llamaba Bernhard) abandonara el dibujo para convertirse en el fotógrafo de esos testimonios industriales en su región natal de Siegerland.
Bernd Becher y la representación detallada que da la fotografía
A Bernd Becher le habían impresionado, por su precisión, los grabados en madera de las antiguas enciclopedias, pero con la fotografía todo podía representarse de manera más rápida y fiel al detalle. Una fase previa a la de 1957 fueron las láminas compuestas con varias fotos. Pero ya en el otoño de 1958 el artista vio los collages fotográficos de los dadaístas, en particular el titulado ‘Gran ciudad’, de Paul Citroen, presentado en la gran exposición dadaísta en la Kunstverein de Dusseldorf. Sólo que Bernd Becher no deseaba medirse con esa forma artística; los elementos reunidos en un collage debían aparecer en forma perfectamente reconocible unos junto a otros. Fue así que la toma fotográfica permaneció desde cierta distancia, a fin de ver las cosas más de cerca.
Hilla Becher fotógrafa temprana
Hilla Becher (cuyo apellido de soltera es Wobeser), comenzó a hacer fotografías a la edad de trece años, y puede señalar como predecesora a su madre, que fue formada como fotógrafa en la Lette-Schule de Berlín. Durante tres años, Hilla participó en algunos cursos de aprendizaje en Potsdam con Walter Eichgrün, un fotógrafo profesional en la tercera o la cuarta generación, con el cual fotografió sobre todo los palacios y jardines de Sanssouci. Allí aprendió los principios objetivos de la fotografía arquitectónica, pero mantuvo cierta tendencia a los temas paisajísticos. Su primer trabajo conjunto con Bernd Becher tuvo lugar en 1959, y fueron las fotografías de la gruta Alte Burg en Siegerland, realizadas desde cuatro ángulos distintos.
La arquitectura desde un punto de vista funcional y estético
El interés por estos motivos de la industria, de la creación ‘anónima’ de formas, el interés por una ‘arquitectura sin arquitectos’ se consolidó con el catálogo de la muy reconocida exposición itinerante del Museo de Arte Moderno de Nueva York, concebida en 1964 por Bernard Rudkofsky. Allí estaba presente la mirada a culturas ajenas ‘primitivas’, la cual debía enseñarnos “que la filosofía y la experiencia de los maestros constructores anónimos significaban la mayor fuente de estímulo arquitectónico para el hombre industrial”.
A lo largo de varios años, la fuerza creativa desarrolló distintas variaciones de una arquitectura adecuada desde el punto de vista funcional y estético, todo ello a partir de una mezcla de necesidades funcionales, materiales y condiciones climáticas, algo que nos ha venido fascinando cada vez más en las últimas épocas.
La colección de los Becher y las ‘arquitecturas anónimas’
Los Becher coleccionaron desde muy temprano viejas imágenes industriales de las fábricas que fotografiaban, y de ese modo descubrieron también el estilo lapidario de los fotógrafos industriales, del cual también adoptaron conscientemente algunos elementos: la mirada unitaria desde un punto de vista lo más elevado posible (Bernd Becher nos cuenta que en la región de Siegerland las fábricas se encontraban casi siempre situadas en un valle, de modo que la visión panorámica podía crearse también a partir de la topografía), el resalte de los aspectos funcionales de la arquitectura y no del trabajo humano, el cielo concientemente gris, sin poses dramáticas, con su luz uniforme sin sombras, la profundidad de campo en detalle, entre otros elementos.
Era la misma fascinación que movió a algunos arquitectos y diseñadores del siglo XX (no se usaba entonces todavía la palabra designer) a incluir por primera vez en sus publicaciones estas edificaciones fotografiadas de forma sobria y clara, como ejemplos de una arquitectura de importancia. Y fue precisamente porque estas ‘arquitecturas anónimas’ no surgían a partir de una idea arquitectónica general, sino que sus formas, aparentemente, se derivaban como por sí mismas de la función que cumplían, y cuyos autores eran la mayoría de las veces los ingenieros y los dueños de las fábricas, por lo que acapararon el interés de la primera generación de la modernidad, en forma especial de Walter Gropius, Erich Mendelsohn o Le Corbusier.
La no-arquitectura, fuente de nuevas ideas
Esa no-arquitectura constituyó la fuente de nuevas ideas, y al mismo tiempo fue el fundamento de su propia arquitectura, comparable al descubrimiento de la escultura africana por parte de los cubistas. Esta no-arquitectura ‘primitiva’ fue la que reprodujo Mendelsohn en su impresionante libro de gran formato, una suerte de ‘muestra arquitectónica’ titulada ‘Rusia – Europa – América’: centrales eléctricas con sus torres de alta tensión, silos de granos con sus volúmenes cúbicos, torres de agua, silos de cereales: “El proceso de producción racional, reúne los elementos aislados –células de silos, puentes de distribución, aspiradores y sus correspondientes mecanismos— en un orden perfecto, en una expresión visible de una voluntad de producción”.
Le Corbusier comienza su obra capital, titulada ‘La arquitectura por venir’, de 1926, con una pareja de imágenes que ilustran esta manera de pensar: a la izquierda la vista cortada a los tres conjuntos constructivos de la plaza de la catedral en Pisa; a la derecha una mirada a las tres columnas de un silo de granos, a las que siguen otras siete reproducciones de instalaciones de silos en Canadá y Estados Unidos, con una clara referencia en la introducción: “estética ingenieril, arte de construir; ambas son una en lo más esencial y se encuentran, a su vez, en permanente intercambio; una de ellas está actualmente en pleno apogeo, la otra en una penosa involución». Las fotos que ponen de manifiesto esta postura poco habitual, están impresas de una manera objetiva, y muestran un cielo uniformemente gris y formas de enorme fuerza plástica, de modo que a veces uno piensa hallarse ante la presencia de fotos retocadas. Hasta el día de hoy, esto forma parte del repertorio normal en la fotografía arquitectónica, a fin de resaltar de manera más aislada y efectiva los objetos importantes.
Estas sobrias fotos empleadas por Le Corbusier tienen mucho que ver con las de los Becher, y lo hacen de una manera distinta a las fotografías de Albert Renger-Patzsch citadas por algunos autores, ya que las fotos de industrias de este gran fotógrafo objetivo de los años veinte se caracterizan, en su mayoría, por una perspectiva dramática y por los cortes de la imagen. Otros temas son las visiones de conjunto claras y sobrias que a Renger-Patzsch le gustaba componer de manera rigurosamente simétrica.
Estudio de esta arquitectura ‘primitiva’
Algunos estímulos concretos para los Becher ha sido su colección de libros publicados por ciertas firmas con motivo de los aniversarios de sus fábricas, en los que las plantas siderúrgicas, las fábricas y las compañías urbanas de electricidad, gas, agua y transporte público, edificios industriales en proceso de crecimiento, o al menos en proceso de transformación a lo largo de distintas etapas, ofrecen una imagen exacta de estas arquitecturas en plena transformación según sus distintas funciones cambiantes. El estudio de esta arquitectura ‘primitiva’ no sólo nos ofrece información sobre los procesos de trabajo y los funcionamientos en constante renovación dentro de las industrias, sino que su diseño y sus formas nos permiten reconocer ciertos vínculos y parentescos empresariales más allá de las fronteras nacionales.
Sin embargo, este significativo mérito de los Becher para la historia económica de Europa y de los Estados Unidos no debe convertirse en el centro de la atención, ya que para ello existen profesionales. Actualmente, en todas partes las grandes firmas cuentan con personal responsable de estudiar la propia historia de la empresa a partir de los documentos y los testimonios existentes, de modo que el trabajo de los Becher puede ser situado sobre una base más amplia en el ámbito económico y tecnológico, y sus documentaciones constituyen a menudo el punto final de una larga evolución poco antes de su desaparición definitiva.
Primeras exposiciones de los Becher
La primera vez que estos artistas abordaron y representaron en una exposición los procesos de producción funcionales fue en 1967, y llevaba el título descriptivo de ‘Edificaciones industriales 1830-1930’. Una documentación fotográfica, presentada en la Neue Sammlung de Munich, y constituyó una primera definición de la labor de los Becher, cuyo objetivo era la documentación de esas construcciones.
Después de la primera exposición individual con Johannes Cladders en su nuevo museo municipal de Mönchengladbach, la cual tuvo lugar en 1968 y en pleno contexto artístico de la vanguardia, le sucedió, un año después, la exposición ‘Konzeption – Conception’, en Leverkusen, en la que los artistas presentaban sus trabajos en las primeras cuatro páginas del catálogo, mostrando cuatro imágenes comparables de cuatro postes eléctricos, mientras que en las cuatro páginas siguientes se representaba una variación de uno de esos objetos (la cual será el modelo básico de su forma de representación en el caso de las exposiciones colectivas).
La otra variante la emplearon en el periódico catálogo de ‘prospect 69’, la Exposición de la Vanguardia en Dusseldorf, presentada en la Kunsthalle, para la que fueron elegidos como artistas individuales, aparte de las galerías invitadas, y consistía en una imagen de gran formato y a toda página.
Wulf Herzogenrath
Gentileza de la Sala Municipal de Exposiciones San Benito, Valladolid (España)
Fotografía:
Bernd & Hilla Becher
Página de origen de la imagen:
lalulula.tv
Página de origen de la imagen principal:
cssung.blogspot.com
VER:
> Estudio de la obra de Bernd y Hilla Becher – II
> Bernd y Hilla Becher – Academia de Dusseldorf – Sus alumnos
> Henri Cartier-Bresson – El padre del fotoreportaje
> La fotografía de Martine Franck
> Fotografía Soviética 1920-1960 – Pinceladas biográficas
> Fotografía Soviética 1920-1960 – Periodo posrevoluccionario / constructivismo
> Edward Burtynsky – La destrucción del medio ambiente reflejada en sus fotografías
> Ferdinando Scianna – «La fotografía es para mí un trabajo, una manera de vivir»
> Jo Spence – La fotografía un instrumento de terapia
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2 – 24-04-2017
1 – 14-07-2005