Senos – Cuidados especiales en el embarazo y la menopausia
Durante los nueve meses del embarazo, la glándula mamaria se prepara para amamantar. Los senos alcanzan su pleno desarrollo con la lactancia.
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Los senos son glándulas mamarias, simétricamente situadas en la pared anterior del tórax sobre dos músculos llamados grandes pectorales.
Estas glándulas están compuestas de tejido adiposo (grasa) (que es el que configura la forma y el volumen), de tejido fibroso y de una serie de racimos de glandulillas, entre 15 y 20, que varían de una mujer a otra.
Carecen de sostén natural alguno y únicamente la piel que los envuelve, así como un fino abanico de músculos dan cierta sujeción. Para comprobarlo, simplemente hay que hacer una mueca contrayéndolos. Al momento veremos una sensible elevación de los senos.
El pecho no pueda hacer frente por sí solo a factores que inciden negativamente en su decadencia como las eventuales variaciones de peso, el embarazo, la tensión premenstrual, el período de lactancia, o la menopausia.
Desarrollo de los pechos
Los senos, esbozados ya en el feto, están presentes en el nacimiento, listos para funcionar. Entre los dieciséis y los dieciocho años, los senos alcanzan su plenitud.
Su aspecto exterior es de una piel finísima que a veces deja traslucir venas azules y tienen una aureola pigmentada con una serie de pequeños bultitos llamados glándulas de Montgomery.
En los pezones confluyen los canales galactóforos, que en su momento serán los portadores de la secreción láctea.
Los pechos en este período son altos, firmes y turgentes, con contornos bien definidos. Una sensible variación de peso los haría cambiar de forma y exigiría cuidados especiales. A veces, los síntomas del síndrome premenstrual, causan algún problema.
Los pechos en el embarazo
Durante los nueve meses del embarazo, la glándula mamaria se prepara para amamantar. Los senos alcanzan su pleno desarrollo con la lactancia, para recobrar su volumen normal pasado el destete.
Las variaciones de su medida, así como las alteraciones que se producen en su interior, afecta de mayor a menor grado en su apariencia externa.
Los tejidos grasos, que han disminuido para dejar más espacio a las glándulas mamarias, no se reconstruyen plenamente y el pecho queda más pequeño, con menos firmeza y en ocasiones con alguna estría.
Ante la creencia de que el hecho de amamantar es responsable de la caída y flacidez del seno, hay teorías que señalan lo contrario.
Según éstas, no sólo no es malo sino que es beneficioso, puesto que se evita la ruptura de las fibras elásticas con la variación brutal de volumen que supone cortar la subida de leche tras el parto.
Los senos, que fisiológicamente están constituidos para desempeñar esta función, volverán progresivamente a su forma habitual.
Durante este período, para prevenir una posible caída del seno y la aparición de estrías, debemos cuidarlos con especial atención.
Hay que tener en cuenta que la predisposición hereditaria es determinante en la decadencia del seno tras el embarazo, por lo que hay que usar un sujetador específico adaptado al progresivo aumento de volumen. Los ejercicios suaves y las cremas reafirmantes aplicadas en el contorno del seno, evitarán la flacidez.
Los pechos en la menopausia
Aunque la actividad del ovario femenino tiene una relación directa con el seno, no hay que hacer responsable al climaterio de su deterioro.
Con la ausencia definitiva de la menstruación, los ovarios dejan de producir estrógenos, lo que conlleva ciertas atrofias, que no se producen de repente, la flacidez de los senos es más una coincidencia por la edad en que se produce que una consecuencia del climaterio.
Debemos prestar especial atención en el cuidado de los senos durante toda nuestra vida. Unos minutos diarios dedicados a esta parte de nuestra anatomía dará como resultado una vida más saludable y un aumento de nuestra autoestima.
Ejercicios para tonificar y mantener el pecho
> Pronunciar de forma exagerada las letras O y X diez veces seguidas.
> Cruzarse de brazos a la altura del pecho, con las manos sobre los bíceps del brazo contrario, y presionar los brazos hacia adentro. Relajar y repetir 10 veces.
> Juntar las palmas de las manos (como para rezar) a la altura del pecho y presionar una contra la otra con fuerza. Relajar y repetir 10 veces.
> Con las manos sobre la nuca, tirar los codos hacia atrás, como si se quisiera juntarlos. Relajar y repetir 10 veces.
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© Leonor Sedó
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Actualizado: 21-04-2022
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