Maryanne Wolf – La lectura en pantallas y nuestro cerebro

El libro ‘Lector, vuelve a casa’, de Maryanne Wolf, nos habla del cambio de hábitos en la lectura y la transformación del cerebro por ello

[Cultura – Ensayo / Familia – Niños y adolescentes]

 

En ‘Lector, vuelve a casa’, con el subtítulo ‘Cómo afecta a nuestro cerebro la lectura en pantallas’, publicado por Deusto(2020), Maryanne Wolf se sumerge en la investigación científica que aborda la transformación de los cerebros de los niños que aprenden a leer y de los adultos que leemos de una manera diferente.

Pero el libro no sólo se basa en la ciencia, sino en la historia, la literatura, la filosofía y la pedagogía. Está escrito como si se tratara de cartas dirigidas a nosotros –sus queridos lectores–.

Maryanne Wolf, es especialista en lectura y aprendizaje, afronta sus preocupaciones y esperanzas sobre la manera en que nos relacionamos con el lenguaje.

Y lo hace asumiendo algo que muchos hemos empezado a advertir: incluso los lectores de toda la vida están cambiando sus hábitos y tras una prolongada exposición a la lectura en pantallas ven alterada su capacidad de concentración cuando vuelven al libro tradicional.

Es una defensa de la lectura y el pensamiento crítico en tiempos digitales. En la última década, la manera en que procesamos el lenguaje escrito ha cambiado de manera radical. Vivimos rodeados de tecnología y la lectura en pantallas es algo cotidiano.

En muchos casos nos hemos vuelto adictos a ellas, y eso ha suscitado múltiples preocupaciones acerca de cómo esto está cambiando nuestro cerebro y, sobre todo, el de nuestros hijos.

Provocador e intrigante, ‘Lector, vuelve a casa’ es una guía que nos ofrece una perspectiva esperanzadora, pero no ingenua, del impacto que la tecnología tiene en nuestros cerebros y en nuestras capacidades intelectuales más esenciales. Y señala lo que eso puede significar para el futuro

 

La autora

Maryanne Wolf, es la directora del Centro para la Dislexia, Estudiantes Diversos y Justicia Social de la Universidad de California en Los Ángeles.

Trabaja, además, en el Centro de Dislexia de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, en San Francisco, y en el proyecto de alfabetización ‘Curious Learning’, del que es cofundadora.

Con anterioridad fue profesora de Ciudadanía y Servicio Público en la Universidad Tufts, y directora de su Centro de Lectura e Investigación del Lenguaje.

Ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su labor investigadora y docente, con premios como el de la Asociación Internacional de Dislexia y por la Asociación Australiana de Discapacidades del Aprendizaje.

Es autora del libro ‘Cómo aprendemos a leer’ (Ediciones B, 2008) y de más de ciento sesenta publicaciones científicas.

 

El libro – Parte de la Segunda carta

El neurocientífico David Eagleman escribió recientemente que las células del cerebro están “conectadas entre sí en una red de una complejidad tan asombrosa que quiebra el lenguaje humano y necesita de nuevas variedades matemáticas […] hay tantas conexiones de tejidos cerebrales en un solo centímetro cúbico como estrellas en la Vía Láctea”.[…]

“Un nuevo circuito era necesario porque leer no es algo natural ni innato, sino un invento cultural antinatural con apenas seis mil años de vida.

En cualquier ‘reloj evolutivo’, la historia de la lectura ocupa poco más que el proverbial tictac antes de medianoche; con todo, este conjunto de habilidades es tan importante en cuanto a su capacidad para cambiar nuestro cerebro que está acelerando el desarrollo de nuestra especie, para bien y, a veces, para mal”.

 

El lenguaje oral

“A diferencia de la lectura, el lenguaje oral es una de nuestras funciones humanas más básicas. Como tal, posee genes específicos que se despliegan con una mínima ayuda para producir nuestras capacidades para hablar, comprender y pensar en palabras.

En el lenguaje, la naturaleza se nutre de la necesidad en una secuencia bastante generalizada en todo el mundo. Por eso un niño, ubicado en un entorno idiomático cualquiera, aprenderá a hablar ese idioma sin apenas formación. Eso es algo maravilloso».

 

Aprender a leer

«En cambio, no sucede lo mismo con nuevos desarrollos como la lectura. Sin duda, hay genes relacionados con capacidades básicas como el lenguaje y la visión que acaban reorganizándose para formar el cerebro lector, pero estos genes en sí mismos no producen la capacidad de leer.

Los seres humanos tenemos que aprender a leer. Eso significa que debemos tener un entorno que nos ayude a desarrollar y conectar un complejo abanico de procesos básicos y no tan básicos para que un cerebro joven pueda formar su propio circuito lector”.

“La pista del lenguaje ocupa un territorio expansivo con regiones en múltiples capas de ambos hemisferios, particularmente los lóbulos parietal y temporal adyacentes a la visión, así como áreas en el lóbulo frontal que linda con las áreas motoras.

De igual manera, la pista de la cognición y la pista más profunda del afecto (algunas de cuyas redes se forman en el diencéfalo, o segunda capa del cerebro, justo debajo de la corteza cerebral) tienen una superposición considerable con las áreas posteriores del lenguaje.

La estrecha proximidad y la superposición de muchas partes de estas pistas es una suerte de analogía física de lo estrechamente unidas e interrelacionadas que están sus funciones. Esta vista de las pistas constituye una primera aproximación a lo que es el circuito lector en el sistema de escritura inglés”. […]

 

Qué dice la prensa

Wolf nos brinda un catálogo convincente del bien cognitivo y social que produce la lectura profunda… Tiene razón en que los medios digitales no condenan automáticamente la lectura profunda e incluso pueden potenciarla.

También tiene razón en que tenemos mucho que perder si no prestamos atención a lo que estamos haciendo con la tecnología y a lo que ella nos está haciendo a nosotros. The Washington Post.

“La era digital está reconfigurando los circuitos de lectura de nuestros cerebros, sostiene Maryanne Wolf. Pero hay esperanza: la lectura continuada y detallada es vital para volver a desarrollar la atención y mantener el pensamiento crítico, la empatía y una mirada de otras habilidades en peligro de extinción. Por suerte, no es difícil prestar atención a su libro”. The Wall Street Journal.

Maryanne Wolf es una maravillosa escritora de prosa que no sólo se basa en investigaciones, sino en una amplia gama de referencias literarias, ejemplos históricos y anécdotas personales. Wolf hace una defensa firme de lo que nos perdemos cuando perdemos la lectura”. San Francisco Chronicle.

“Un antídoto contra el actual déficit de pensamiento crítico”. Nature.

 

 

Departamento de Comunicación
Deusto
María José Bertrán
mjbertran@planeta.es

Página de origen de la imagen principal:
Web de Maryanne Wolf
Dibujo del cerebro:
Del libro: ‘Lector, vuelve a casa’

Ver:

 

 

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1 – 05-02-2020