Jerez de la Frontera – Diarios de viaje
Importante nudo de comunicaciones en la actualidad, esta ciudad es la más poblada de la provincia de Cádiz
[Viajes]
Nos queda ya poco tiempo de un apretado programa para conocer lo más relevante de Cádiz y hemos decido dedicarlo a una rápida visita a la cercana Jerez de la Frontera, con objeto de empezar por su famoso Alcázar, catar sus vinos, contemplar sus caballos, escuchar su música y deambular por sus calles.
Orígenes lejanos de Jerez de la Frontera
Su situación fronteriza con el reino de Granada, último territorio árabe perdido por Boabdil ante los reyes Católicos en 1492, distinguió a Jerez de la Frontera de otras ciudades con el mismo nombre.
Eso sucedió en la Baja Edad Media, pero el territorio donde se sitúa la ciudad moderna fue habitado ya en el Paleolítico, y se cree, a raíz del estudio de restos arqueológicos iniciados hace más de un siglo, que los tartesios, primera cultura de la historia de la península ibérica, podrían haberlo poblado hace 3000 años.
Fotografía: ©2020 Marisa Ferrer P.
Quizá fueron los indígenas con los que se encontraron los fenicios, que dieron una cultura mixta como resultado. La actual Jerez de la Frontera es, como tantos otros enclaves, resultado de las sucesivas influencias de quienes hollaron esas tierras.
Los fenicios la conocieron como Xera, para los griegos fue Shiraz, los romanos la bautizaron como Ceret, y fue llamado Seritum por los visigodos, Sherish para los musulmanes, castellanizándose con los cristianos como Xeres.
La llegada de los árabes
La derrota de los visigodos en la batalla de Guadalete, en el siglo VIII, marcó el inicio de la presencia árabe, prolongada cinco siglos, hasta que el río Guadalete fue escenario de una nueva batalla, con la victoria de los castellano-leoneses y la huida de los vencidos, refugiados en Jerez hasta ser incorporada la ciudad a la corona de Castilla más de treinta años después.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
Vinos de raigambre
Los famosos vinos de Jerez son los herederos de aquellos vinos obtenidos de las vides traídas en su día por los fenicios. Ya entonces eran apreciados en las más exquisitas mesas romanas y su fama se siguió extendiendo bajo la dominación árabe por sus utilidades medicinales, obtención de perfumes o elaboración de uvas pasas.
Los caldos jerezanos viajaron a las Indias, fueron botín de piratas, sufrieron plagas, pero sobrevivieron. Degustar un fino en un tabanco jerezano, después de conocer a grandes rasgos su azarosa historia, es toda una experiencia.
El Alcázar, la fortaleza
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
El Alcázar es de los escasos ejemplos de arquitectura almohade conservados en la península. Construido en el siglo XII, es su mezquita la única superviviente de las dieciocho que se esparcían por la ciudad.
En él establecieron su residencia los antiguos reyes, los califas, quienes además disponían de las instalaciones propias de un cuartel general militar. Su planta rectangular, amurallada y rodeada de fosos ya desaparecidos, conserva en su restauración las torres, de las que destaca la octogonal.
Accedemos al interior por la puerta que da al patio de armas, al que se abre la entrada a la mezquita; en su interior, el patio de abluciones, la sala de oración y los baños, de cuyas salas a distintas temperaturas destacan los lucernarios en forma de estrella.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
Nos dirigimos a los jardines, un lugar que invita al reposo y a la reflexión, acompañados del murmullo de las fuentes y el frescor de la vegetación, aislados del calor exterior. Junto a la torre octogonal, se halla el pabellón real, en posición elevada con vistas a la alberca y al huerto.
En el sombreado recorrido hacia el molino de aceite, no sorprende encontrar un naranjo o un rosal, en cualquier recodo. Unos minutos en lo alto de la muralla nos proporcionan una espléndida vista de la ciudad.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
Al rato, cambiamos de siglo y nos adentramos en el XVII, al acercarnos al palacio barroco de Villavicencio, hecho construir por uno de los primeros alcaldes de la ciudad, de cuyo lujoso y cuidado interior destaca la sala con la botica de la Farmacia Municipal.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
Caballos con pedigree
Los árabes fueron parte importante en el desarrollo de la cría de caballos. Ya eran conocidos y apreciados por los romanos como los caballos de la Bética, los equus Hispanus, o sea, caballos ibéricos.
De los cruces en la crianza de estos animales han acabado derivando más de una docena de razas en todo el territorio español, siendo el andaluz una de ellas, y el cartujano una de sus más importantes y antiguas líneas de cría.
Contemplando sus evoluciones en la pista no es difícil imaginar el esfuerzo y dedicación de jinete y montura para llegar a conseguir semejante belleza, en demostraciones asombrosas para entendidos y profanos.
La Catedral
Fotografía: ©2020 Marisa Ferrer P.
La posición elevada de la principal de sus tres fachadas, decoradas con columnas corintias y bajorrelieves tallados en la piedra, contribuye a dar magnificencia a la Catedral, con sus tres puertas y sendos óculos circulares.
Las cinco naves interiores combinan elementos barrocos y neoclásicos bajo estructura gótica, mezcla que no resta monumentalidad al conjunto.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
El campanario, a cierta distancia de la iglesia, gótico en su parte inferior y barroco la superior, aloja diez campanas de distintas épocas, desde el siglo XVI las más antiguas hasta la más nueva, de principios del XX.
Despedida de Jerez de la Frontera
El tiempo nos acosa y debemos iniciar el regreso. Recorremos las sombreadas calles, nos acercamos a la Torre de la Atalaya, un ejemplo de arquitectura gótico-mudéjar del siglo XV, al igual que la adosada iglesia de San Dionisio.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
La torre también llamada del reloj, es una construcción civil, cuya primitivas funciones de vigilancia se han reconvertido en las de campanario, después de serle añadirle una espadaña.
Fotografías: ©2020 Marisa Ferrer P.
Aun podemos disfrutar fugazmente del flamenco, un género musical y de danza conocido en todo el mundo, que ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y cuyo origen parece estar en la Andalucía del siglo XV como medio de expresión popular del pueblo gitano.
Sin saber cómo, estamos ya en el tren que nos lleva de vuelta. Quedan muchas cosas por ver, muchos lugares por visitar y mucho por aprender. Pero lo ya visitado y lo ya aprendido se acumulará en la memoria, sirviéndonos de inicio para un nuevo recorrido.
Marisa Ferrer P.
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1 – 23-07-2020