Delfines – Su cruel captura para el ocio y el consumo humano
Todos los años pescadores de Taiji (Japón) cazan 20.000 delfines y otros pequeños cetáceos de forma cruel, acorralándolos en una ensenada de baja profundidad para atraparlos. La escena de las aguas teñidas de rojo por la sangre de los cetáceos, es cada año una terrible realidad que los pescadores tratan de ocultar.
Desde que se abrió el primer espectáculo de delfines en St. Augustine, Florida en 1938, se han capturado cientos de delfines de su estado salvaje y se han entrenado para llevar a cabo absurdos trucos circenses en delfinarios.
Según la Whale and Dolphin Conservation Society, en la actualidad es imposible estimar la cantidad de delfines que existen cautivos en acuarios y zoos en todo el mundo:
«Existen cientos de delfines cautivos en el mundo: igualmente, millares han muerto en cautividad. Sólo en Estados Unidos, de acuerdo a las cifras del Servicio Nacional de Pesca, más de 2.300 delfines nariz de botella fueron capturados para espectáculos entre 1972 y 1974. Es imposible estimar cuántos han sido capturados para estos mismos fines en otros países.»
En teoría, actualmente solo está permitida la explotación de animales nacidos en cautiverio, sin embargo, diferentes denuncias de organizaciones por los derechos de los animales revelan que esto no es así, más bien la captura de ejemplares salvajes es un gran negocio para los traficantes de animales salvajes.
La captura cruel de los delfines
Todo el proceso empieza cuando los animales son secuestrados de sus hábitats naturales. Según la Sea Shepherd Conservation Society, todos los métodos de captura son altamente violentos y producen un alto nivel de estrés, no sólo en los animales capturados, sino también en todo el grupo.
Generalmente se utilizan botes o ‘pangas’ que poseen pescadores de la zona donde se van a capturar los ejemplares.
Para ello, se localiza el grupo de delfines escogidos y se los persigue en botes, o son acorralados y llevados a aguas bajas de las bahías, rodeados por una red de pesca y acorralados entre los botes. Allí, los pescadores escogen los defines que van a capturar.
Una vez escogidos y controlados los ejemplares, los echan a los botes o a las ‘pangas’, para medirlos, examinarlos y seleccionarlos según las necesidades de los delfinarios: los más grandes se seleccionan con fines de reproducción y los jóvenes de 3 a 5 años, para entrenamiento.
Estos métodos son altamente estresantes para los animales. Los delfines pueden quedar atrapados y ahogarse en las redes mientras intentan huir.
Daños, muerte y abandono
Las crías son particularmente susceptibles a sufrir daño y hasta la muerte y las capturas destruyen el ambiente de protección que dan las madres a sus crías, quienes normalmente se mantienen a su lado hasta los 5 años de edad.
Los acorralamientos aumentan los riesgos de separar a las parejas madre-cría, e inducen abortos espontáneos y varamientos de individuos.
La separación violenta es una experiencia traumática tanto para la madre como para la cría; y asimismo para todo el grupo, pues son animales que viven muy cohesionados socialmente.
Diferentes estudios revelan que muchos de los delfines atrapados de esta forma mueren por infartos o problemas cardíacos provocados por el estrés al que se les somete.
Durante el proceso de captura muchos animales resultan seriamente dañados, y los que no mueren directamente asfixiados entre las redes y resultan con heridas o fuertes traumatismos son abandonados a su suerte ya que no resultan útiles a sus captores.
Qué pasa en Japón
La industria japonesa de captura de mamíferos marinos está formada por uniones locales de pescadores. En un principio la caza se restringía a los meses de octubre y abril, bajo el objetivo de ‘control de depredadores’, basado en la creencia de que varios delfines y ballenas competían con los pescadores.
Sin embargo hoy existe durante todo el año la industria de captura para delfinarios, quienes defienden las adquisiciones clamando que ellos ‘rescatan’ a los animales de ser vendidos como carne.
La realidad, es que, de acuerdo con los habitantes locales, ellos mismos subsidian estas cazas, que no podrían llevarse a cabo de otra forma.
Una de las capturas más polémicas que ha alcanzado relevancia mundial, es la de la bahía de Taiji en Japón, donde los delfines no sólo son capturados para ser vendidos a los delfinarios, sino también son asesinados in situ para vender su carne.
Tras la captura se les lleva a pequeños corrales ubicados en playas aledañas para su “aclimatación”.
Fuente: Sea Shepherd Conservation Society
Urge detener la matanza de delfines en Japón
Todos los años pescadores de Taiji (Japón) cazan 20.000 delfines y otros pequeños cetáceos de forma cruel, acorralándolos en una ensenada de baja profundidad para atraparlos.
La escena de las aguas teñidas de rojo por la sangre de los cetáceos, que durante la captura resultan heridos mortalmente, es cada año una terrible realidad que los pescadores tratan de ocultar a la prensa y los observadores que se acercan al lugar.
Los delfines capturados para la producción cárnica son literalmente ‘acarreados’ en camiones a mataderos cercanos donde mueren degollados y desangrados.
La carne, rotulada como ‘carne de ballena’, satisface el consumo de la población japonesa e internacional, donde tiene cada vez mayor demanda.
Torturados, descuartizados y vendidos
A menudo hieren deliberadamente a algunos de ellos para retener a los miembros de su familia, ya que los delfines no abandonan a un miembro de la familia que está sufriendo.
Los pescadores proceden a estrechar las redes para cerrar las salidas a mar abierto. La mañana siguiente, comienza la matanza: los pescadores utilizan lanzas y garfios para apuñalar y desangrar a los animales que no tienen posibilidad de escapar.
El mar se tiñe literalmente de sangre, imagen impresionante que ha despertado la ira de la comunidad internacional.
La mayoría de delfines son descuartizados y vendidos como comida, mientras que algunos se venden a delfinarios y parques acuáticos para realizar espectáculos, convirtiéndose estos en cómplices de esta matanza.
Esta cacería anual, es la mayor matanza de delfines en todo el mundo y se perpetúa ya que se esconde esta barbarie a la mayoría de los japoneses.
Son asesinatos sin control de estos mamíferos, catalogados como las especies más inteligentes que habitan en el Planeta, que deberían ser definitivamente prohibidos por la comunidad internacional.
Según oceanosdevidalibre.org, también existen matanzas de delfines en las islas Feroe, costa de Francia, islas Salomón o Perú.
El confinamiento de los ejemplares vivos
Por su parte, la captura de ejemplares vivos (generalmente hembras jóvenes) para delfinarios y parques acuáticos (para sus programas de ‘Nadar con delfines’) los condena a vivir hasta el último de sus días confinadas en piscinas para su ‘entretenimiento’.
La industria de los delfines en cautiverio nos muestra una imagen en la que ellos se erigen como ‘salvadores’ del destino de los delfines como comida, cuando en realidad son sus torturadores.
Los delfines y otros pequeños cetáceos capturados para la cautividad representan un valor comercial mucho mayor para los pescadores japoneses que la venta de su carne para el consumo.
La multibillonaria industria de los delfines para cautividad no está salvando a los delfines de la muerte, los está torturando sin que la comunidad internacional ponga freno a esta barbarie.
Fuente: animanaturalis.org
Los complejos turísticos y los delfines
Para los delfines salvajes la vida en cautiverio es una tortura. Su potente canto rebota contra los muros y se vuelve contra ellos, como si estuviesen atrapados en una infinita sala de espejos.
La mayoría de los delfines cautivos mueren jóvenes a causa de enfermedades inducidas por el estrés, y algunos inclusive se suicidan.
Si los millonarios dueños de complejos turísticos que los usan como ocio y diversión, consiguen retener a estos delfines cautivos, la mitad de ellos morirá en tan sólo dos años.
La extremadamente cruel industria de explotación de los delfines salvajes ha sido prohibida en muchos países, desde el Reino Unido hasta Costa Rica.
El espeluznante proceso de captura incluye conducir a los delfines a aguas poco profundas en las que hasta la mitad de ellos se ahogan o mueren antes de ser capturados a causa de las heridas que les son provocadas.
Luchar por la libertad
Es importante presionar a los complejos turísticos que usan delfines para que sean liberados. Si se logra que esto suceda, se ayudará a combatir la industria que captura delfines salvajes.
También se les puede dar a estos hermosos e inteligentes animales una segunda oportunidad en la vida. El reconocido experto en delfines, Ric O’ Barry, se ha ofrecido a rehabilitarles de vuelta en mar abierto.
Los delfines salvajes son increíblemente juguetones, sociables, cariñosos e inteligentes. Son realmente criaturas cautivadoras.
En ese mundo que todos deseamos, los delfines no serían capturados, encerrados y maltratados. Por el contrario, serían tratados con el mismo respeto que merece todo ser vivo.
Hoy, mientras trabajamos por su libertad, estamos tomando un pequeño pero importante paso convertir ese mundo deseado en una realidad.
El comercio de delfines salvajes debe terminar. El mundo se está moviendo lentamente en esta dirección y hay que actuar para salvar a todos los delfines salvajes de una corta y miserable vida en cautiverio y prohibir las matanzas salvajes que se llevan a cabo tiñendo el mar de sangre y sufrimiento.
Fuente: www.avaaz.org
Equipo Torrese
eMagazine 39ymas.com
Origen de las imágenes:
oceanosdevidalibre.org:
matanzas de delfines en las islas Salomón, en las islas Feroe y en Taiji
dolphinaris.com
Matanza delfines islas Feroe – oceanosdevidalibre.org
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