Antonio Bernal – Un recuerdo de adolescencia
[Cultura – Ilustración]
Antonio Bernal nació en L’Hospitalet, Barcelona, el 13 de febrero de 1924 y murió el 28 de septiembre de 2013. De muy joven entró a trabajar en una fábrica como aprendiz, del mismo modo que lo hacían tantos y tantos muchachos de esa generación para ayudar al sostenimiento de la economía familiar. Pero en su caso, el oficio con el que parecía estar destinado a ganarse la vida no fue exactamente el que parecía. Su talento se hizo tan evidente que en aquella fábrica encontró un mecenas, pudo estudiar Bellas Artes y, a partir de entonces, no paró de dibujar para solaz de jóvenes y no tan jóvenes.
Dedicó su vida al oficio de dibujar y pintar en varias disciplinas. Fue profesor de dibujo y también se dedicó a la publicidad. Tuvo mucha popularidad entre los amantes de los tebeos como portadista, sobre todo en tebeos que reeditaban adaptaciones literarias, como la colección Joyas Literarias Juveniles, y sus derivadas, y las que recuperaban en color material de cuadernos de aventuras, sobre todo las reediciones en color de ‘El Capitán Trueno’, ‘El Jabato’, ‘El sheriff King’ y otras, las cuales firmó como Antonio Bernal, A. Bernal o Bernal.
Su obra es conocida internacionalmente, especialmente en Alemania, donde ilustró muchos libros y también revistas de historietas. Su legado ilustrado hizo mella en varias generaciones de lectores y ha pasado a formar parte del imaginario popular español.
Adolescencia. Una palabra que adquiere significado cuando esa etapa de la vida ya ha pasado a formar parte de los recuerdos y permanece en su rincón correspondiente de la mente en espera de ser activada por la memoria. Y resulta que la mía se activó hace unos años (29 de abril de 2009) cuando asistí a la inauguración de la exposición ‘Joies Literàries Bernal: el molí dels clàssics’ (‘Joyas Literarias Bernal: el molino de los clásicos’) en la biblioteca Ignasi Iglèsias, de Barcelona, donde se recogían una selección de originales de este ilustrador excelente.
Y aunque yo ya no era tan adolescente en la época en que la desparecida editorial Bruguera recuperaba y volvía a publicar su colección Joyas Literarias Juveniles, tampoco era tan vieja como para no recordar de dónde venían. Por un momento, me vi enfrascada en la lectura de sus títulos, después de que la ilustración de la cubierta me sumergiera en aquellas adaptaciones de clásicos como Verne, Twain, Dumas o Salgari.
Y hete aquí que al cabo de los años, conozco a su hija Ana, un buen día me cuenta quién es su padre y me entero de que era su mano la que tan pronto dibujaba a ‘Simbad’ rodeado de monstruos, como a ‘Holmes’ con lupa y pipa o a ‘Tom Sawyer’ con Huckleberry Finn. Fue un lujo de contemplar los originales de aquellos dibujos que dieron alas a mi imaginación cuando más viva la tenía, es decir, en la adolescencia.
Marisa Ferrer P.
Antonio Bernal
El infatigable portadista Antonio Bernal era observador y curioso, se lo miraba todo con el lápiz en la mano, y sacaba el polvo al mundo con la sacudida de un pincel, iluminado sobre los óleos y los acrílicos con los que lo representaba. Así le pasaban los días sin parar de dibujar.
Empezó a colaborar en algunas series de la editorial Bruguera en 1953, y cincuenta y cinco años después aún lo hacía con algunas portadas para las nuevas ediciones de algunos de los principales éxitos de los setenta. Incombustible, el fuego de su estilo continuó en evolución en una de sus últimas portadas, ‘El Jabato’ que lucha sobre la página contra el verde luminoso de un insecto gigante, es mucho más impresionista y hecho de mancha, sin las líneas cerradas que se le exigían en los setenta.
Pero es lógico que evolucionara, ya que no paraba. Él, que suma algunos miles de portadas entre Joyas Literarias Juveniles y similares, más las series de Mora como ‘Trueno Color’, ‘Jabato Color’, ‘El Corsario de Hierro’ y ‘Sheriff King’, además de infinidad de novelas populares cortas, aquí en España o para el extranjero a través de agencia, siempre encaradas desde su habitación con vistas al barrio de Les Corts de Barcelona. Últimamente instalaba con su caballete delante de la televisión para esbozar y esbozar, como quien traza el mapa preciso del territorio que piensa recorrer de inmediato. “¡Ah, si aún estuviera a tiempo de volver a entonces y de corregir y de hacer el doble…!”.
Aquel niño que en una foto de pequeño posa, en el estudio del fotógrafo, sobre un caballito de cartón, no paró de cabalgar. Como muestra, montones de caballos trotan en sus portadas.
Y es que Bernal siempre tuvo la última frontera en la punta del pincel. (Traducción del póster de la exposición ‘Joies Literàries Bernal: el molí dels clàssics’, comisariada por Joaquim Noguero).
Imágenes:
©2009 Marisa Ferrer P.
Actualizado: 19-10-2018
1 – 03-05-2009