Jesús Olmedo – La solidaridad es cuestión de piel
Por Marina Torné, periodista
La cita era en el restaurante de un céntrico hotel de Barcelona. Al fondo de la sala, en un reducido espacio privado y muy agradable, el doctor y el actor, nos relataron las bondades del Pharmaton Defensas.
Jesús Olmedo, Marco en la serie española «Hispania» e «Imperium», es la imagen por segundo año consecutivo de un producto que promete mantenernos sanos y con las defensas en perfecto estado. Olmedo es un hombre sencillo, amable y muy comunicativo. Acostumbrado a posar y con un atuendo casual impecable, nos dijo que los complementos vitamínicos le ayudan a estar en forma. «No sé si me siento más hombre», bromeó al contestar a una de las preguntas durante la presentación, «pero sí que es cierto que me encuentro muy bien. Hago ejercicio y me cuido. Tengo que estar en forma para trabajar».
Pregunta. Dicen su mamá y su novia que está hecho un toro.
Respuesta. ¡No! Eso fue hablando con la Hornillos. Le dije: «Hornillos, ¿te vas a atrever a poner esto?». «¡Sí, sí, sí!», me dijo… La Hornillos, que es muy exagerada. «No me pongas este titular», le dije. Fue en una conversación, y es verdad que le conté que para «Imperium» tuve que entrenar como un toro. ¡Es que tenía que hacer de gladiador! Yo no me veía defendiendo un personaje determinado sin una complexión física concreta.
P. Ya.
R. Un personaje que era un general romano que se convertía en gladiador… Tenía que entrenar, y entrené como un burro.
P. Ese titular se lo puso Hornillos y ahora ¿cuál quiere que le ponga yo?
R. Ya me lo dirás al final de la entrevista.
P. Ha trabajado mucho para la televisión, pero parece ser que al final se ha rendido ante los «gallumbos» que dice usted que lleva puestos a menudo en la serie de romanos.
R. Exigencias del guión.
P. Y cuando va de estar por casa ¿le apetece ir como más… suelto?
R. Me gusta estar cómodo. No sé si con, o sin ropa, pero me gusta estar cómodo. En este caso había que vestirse así para hacer de gladiador, no quedaba otra. Estas cosas no las elijo yo. Ojalá pudiera. ¡Estaría todo el día con traje de Armani!
P. O sea que también le gusta vestirse de Armani.
R. Me gusta mucho la ropa. Creo que es mi único vicio confesable.
P. Y pasión por la Edad Media.
R. Y por cualquier época en la que se manejen espadas. No sé por qué, pero tengo una afición desmedida por la espada, y también poseo una pequeña colección. Cuando me dijeron que Marco era un general romano que montaba a caballo, que tiraba con espadas… De hecho, no he tenido dobles ni en «Hispania», ni en «Imperium». Todas las escenas de acción, de espadas, las he hecho yo. He podido incluso montar las coreografías con el maestro de armas. Para mí ha sido un regalo. Estoy encantado.
P. Y perdió como tres quilos… ¡Ay, qué calor que hace aquí!
R. Vamos muy bien. Primero te quitaste las gafas, ahora el foulard… No sabemos cómo acabará. Pero vamos bien, ¿no?.
P. ¡Pero es que tengo muchísimo calor!
R. Siempre menos, es más. Menos es más. En cuanto a la ropa, ni te cuento.
P. Perdió tres quilos y medio durante la serie. Eso sí que es menos.
R. Sí. Fue en la primera semana que rodamos exteriores en Extremadura, que ya lo dice su nombre que es «extrema» y «dura», perdí tres quilos y medio. Estábamos constantemente mojados en sudor que nos caía sin parar… Las maquilladoras decían que no nos iban a maquillar porque no valía la pena.
P. ¡Ay! ¿Y quién os enjugaba el sudor?
R. Pues las chicas de maquillaje…
P. Las chicas de maquillaje…
R. …que nos trataban muy bien.
P. Me decía un amigo el otro día que cuando pasa un torero por la calle, las mujeres le gritan «¡guapo!» y cosas así. ¿Qué le dicen a usted?
R. Hay gente para todo. Yo esto lo tengo muy claro: para gustos, los colores. Siempre habrá gente que le gustes y gente a la que no. Ten en cuenta que al personaje al que le están diciendo «guapo» es al personaje de la tele. En mi día a día, el panadero no me lo dice.
P. No, claro.
R. Igual… la panadera, sí. En serio. Es verdad que el referente tuyo que tienen es la tele, pero yo no soy de los que entran en esos códigos. Me da igual. Si le gusto a alguien y se acerca con cariño y me dice un piropo, pues es maravilloso, pero si a alguien no le gusto lo entiendo perfectamente. Es imposible gustarle a todo el mundo, y tampoco es mi intención.
P. Guapo y también solidario.
R. Intento ser solidario. Pienso que tenemos la posibilidad de hacer muchas cosas, seas o no del mundo de la farándula, seas o no conocido. Tengo dos niños apadrinados, creo que desde hace quince o veinte años, soy socio de cinco ONG… Me da mucho apuro decir estas cosas porque parece que estás intentando venderlas. Somos tan tontos que cuando hablas de solidaridad nos da apuro decirlo por que va a parecer que te estás colocando una medalla. Como no es mi rollo, yo no voy de eso, me da exactamente igual. Lo digo con todo orgullo, porque me parece que es lo tendríamos que hacer muchos. Es verdad que estamos en un momento muy complicado, pero hay gente que sí que se puede gastar cinco euros, que para ti no suponen nada, y que para África o Sudamérica es un mundo.
P. Y luego está Nerea.
R. Nerea, Nereíta. Estuvimos en Pamplona un par de días de vacaciones en Navidad y fuimos a ver a unos amigos: «Mira, que tenemos una vecina a la que le encanta tu trabajo… déjame una foto para ella». Y les digo: «No. Vamos a verla y me hago la foto con ella». Cuando entré en el salón y vi a la princesita, algo cambió. No sé qué es. Es como cuando te enamoras. No tienes claro por qué es esa persona, pero tienes claro que es ésa. En este caso me pasó algo parecido con Nereíta. No sé por qué, pero algo me movió, algo me cambió. Entonces les dije a los padres: «¿Estáis haciendo algo?» Y me dijeron que no sabían por donde empezar. Les pedí permiso para abrir un número de cuenta, volvimos a Madrid y llamamos a nuestra agenda, gente de la familia, gente del círculo nuestro, gente de Hospital Central… «Chicos, queremos hacer esto». No nos dejaron ni terminar. Antes de acabar la frase ya nos estaban diciendo: «Yo conozco a no sé quién», «Yo quiero montar tal cosa»… Y se convirtió en el «Mercadillo Benéfico». Sesenta actores, todos los medios implicados, sin guerras de cadenas… De pronto se nos fue de las manos, gracias a Dios. Todos querían conocer el caso y participar. Sólo existen cuatro personas en el mundo con el cromosoma siete deteriorado. Lo que se trata es de averiguar qué no tiene, para saber qué calidad de vida le va a quedar a Nereíta. Y esa era la idea. No sólo recabar dinero sino que profesionales de la medicina se pusieran en contacto con nosotros, porque en la Seguridad Social le dicen que pueden llegar hasta un punto pero que a partir de ahí ¿a qué especialista la derivan? No lo saben.
Y luego… ¡es un trabajo tan gratificante hacer algo por alguien!
P. Me estoy empezando a emocionar.
R. Eso es porque se nota que tienes buen corazón. Te lo digo en serio. Es que es muy fácil. Lo tenemos al alcance de la mano y no lo hacemos. Estamos tan mal acostumbrados a mirarnos el ombligo, pensando que nos va mal, y no nos damos cuenta de que hay gente que está peor, que tenemos muchas cosas que celebrar… Somos muy torpes viviendo. Es verdad que la vida, a veces, te pone trabas pero somos los principales enemigos de nosotros mismos. Somos muy tontos en ese sentido. Si nos limitáramos a querer y que nos quisieran, te juro que el mundo sería de otra manera. Y como que para mí no es una utopía, y me da igual que parezca que son frases vacías, pero estamos tan acostumbrados a oír esto…
P. Es muy joven para hablar así.
R. No, no es cuestión de edad, es de «modus operandi» en la vida. Mi primer hijo, el primer niño que apadriné, fue cuando tenía quince o dieciséis años… o sea que no es cuestión de edades, es cuestión de cómo vives la vida. Y el problema es que cuando oyes a alguien hablar así, te suena haberlo visto u oído otras veces y nos acostumbramos, como cuando vemos el telediario, te habitúas a las desgracias. Y cometemos un error. Hay cosas que no podemos cambiar pero otras, sí. Para empezar levantarte con una sonrisa. Si le das dos besos a tu pareja, pues dale tres.
P. Si más, mejor.
R. Si llegas a un bar cuando te atiende el camarero, sonríele.
P. También.
R. Hay cosas que puedes hacer y que están en tu mano. Eso creará una energía y ese camarero estará un poquito mejor, hará que su círculo esté mejor, el tuyo también… Energía positiva.

P.¿ Más energía que tomando el Pharmaton?
R. Esta es una ayuda y lo otro es una cuestión de piel.
P. ¿Puedo ser un poco frívola ahora?
R. Sí.
P. La ropa de romano, ¿pica?
R. Sí y da calor. Yo he rodado a cuarenta y cinco grados y he rodado bajo cero, en Extremadura, con la armadura. Mi armadura salió en Gladiator, pero no la usaba Russell Crowe. Pesa entre quince y veinte quilos. Si a eso le añades una media de cuarenta o cuarenta y cinco grados en el exterior, montas a caballo, agosto, tres de la tarde, espada… Yo, de hecho, tenía dos o tres túnicas, porque acababan chorreando. Terminábamos para comer, me quitaban la armadura y estaba empapado.
P. Mi madre quiere saber cuando le volverá a ver en la tele.
R. De romano a bodeguero: me voy al Gran Reserva. 45 años antes de la Gran Reserva que conocemos ahora y contamos la historia de los Reverte y los Cortázar, cómo empezaron a enfrentarse. Y aparece una nueva familia, que son los Miranda y yo soy el heredero de los Miranda.
P. Malo como el gladiador.
R. Cambio de registro. Aquí soy bueno. Bueno y enamoradizo. Voy a ser el Romeo de la historia.
P. Va a sufrir.
R. Me temo que me enamoro de la persona que no debo, o al menos que las familias no quieren que se enamoren. Pero es lo que tiene el amor, que no entiende de familias, ni de edades, ni de encuentros…
P. También va a sufrir mi madre, mis vecinas, mis peluqueras…
R. Sufrir por amor, es bueno. Eso significa que estás vivo y que estás queriendo.
P. Pero usted ahora no sufre nada porque entre su pareja y Coco, su perrito y…
R. Estoy feliz. Yo soy un tipo básicamente feliz.
P. …su madre.
R. Mi madre está encantada porque me ve en la farmacia todos los días. Mis padres me siguen desde que era un enano. Recuerdo que cuando les dije que quería hacer arte dramático me dijeron: «¿Pero esto qué es?», porque no había ningún referente en la familia, y mira, salió bien. Así que están muy contentos. Son los primeros que van a verme al teatro, los primeros que ponen la tele para verme, y los primeros que toman Pharmaton Defensas.
Olmedo aprovecha para promocionar la marca para la que trabaja. Mientras charlamos nos interrumpen un par de mujeres que han asistido a la presentación para preguntarle si, de verdad, él toma las cápsulas. Les contesta que sí y que le funcionan.
A lo largo de trece minutos, el actor, además de mostrarme algo más que una hermosa mirada azul, me ha envuelto en un aroma ciertamente tentador. Le interrogo sobre su perfume. Me chiva la marca. «Hace muchos años que me lo pongo». «Pues huele maravillosamente», le susurro. Un poco tímido por mi observación me comenta que su novia le dice que es cuestión de piel.
Pues será eso.
marina.torne@gmail.com
Barcelona, 20 de enero de 2013
Fotografía principal:©2013 Marina Torné
Fotografías cedidas por GreyGroup Comunicación
