Virgilio Ortega – «Las palabrotas no son ni buenas ni malas, sólo son palabras»

 

[Cultura – Literatura]

 

Después de la presentación del libro de «palabrotas» «Palabrotalogía», charlamos con su autor: Virgilio Ortega Pérez, filósofo, filólogo y egiptólogo, que estudió en las universidades de Salamanca y Barcelona, licenciándose en esta última en Filosofía y Letras (especialidad en Filosofía). Ortega ha desarrollado su labor profesional en el mundo editorial durante 42 años, siendo Director Editorial en cuatro editoriales: Salvat Editores, Ediciones Orbis, Plaza & Janés y, desde 1992 Planeta DeAgostini, donde se especializó en colecciones de música, vídeos y libros, con más de 10.000 títulos editados. Habla 7 idiomas y ha visitado más de 40 países. Ha impartido cursos de edición en la Universidad de Madrid y conferencias en la de Barcelona, así como en Bruselas, Atenas o Moscú. 

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Fotografías: ©2015 L. Sedó

 

Leonor: Virgilio, ¿las palabrotas son buenas o son malas?

Virgilio: Las palabrotas no son ni buenas ni malas, sólo son palabras. Es como si me preguntases si un bisturí es bueno o es malo. Pues depende: si lo usa un cirujano para operar, es bueno; pero si lo usa un asesino para matar, pues será malo. Para un lingüista, las palabrotas sólo deberían ser palabras, y merecen ser estudiadas como tales.

L.: ¿Por qué hasta ahora no las han estudiado sistemáticamente los lingüistas?

V.: ¡Pues por un pudor ridículo! Es como si un «Diccionario de animales» no estudiase los bellos cocodrilos porque te pueden morder ni las curiosas abejas porque te pueden picar. Absurdo, ¿no? O como si un estudio demográfico de la población de un país no incluyese los chorizos o los corruptos ni los macarras ni las putas; en algunos países ¡perderían la mitad de la población! Mi libro es un estudio lingüístico, no un tratado de moral.

L.: ¿Cuál es la palabra «normal» que más te gusta?

V.: Sin dudarlo: la palabra ‘abuelo’, sobre todo si conoces la etimología. Abuelo y abuela se formaron ya sobre diminutivos latinos: en latín, avia significaba ya ‘abuela’, y el diminutivo aviola significaba ‘abuelita’; paralelamente, avus significaba ya ‘abuelo’, y el diminutivo aviolus significaba ‘abuelito’. Y sobre aviola se formó abuela y sobre aviolus se formó abuelo. O sea, que, etimológicamente, abuela significaría ‘abuelita’ y abuelo significaría ‘abuelito’. Por lo tanto, si alguien tiene el privilegio de que le llamen abuelita o abuelito, que sepa que le están regalando un super-afectuoso «abuelitita» o «abuelitito», respectivamente.

L.: ¿Y cuál es la palabra «normal» que menos te gusta?

V.: También sin dudarlo: la palabra ‘vagina’, sobre todo si conoces la etimología. Es una de las palabras más machistas de nuestro machista lenguaje. ¿Por qué? Pues porque, etimológicamente, la vagina no está concebida por sí misma, sino en función del pene. ¡Que le den! Nuestra palabra vagina viene del latín vagina, que significaba ‘vaina’, ‘estuche’. Era la ‘vaina’ donde se ‘envainaba’ la espada. Por tanto, etimológicamente, la vagina es sólo la ‘vaina’ donde se ‘envaina’ el pene. ¡Insultante!

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Fotografías: ©2015 L. Sedó

L.: ¿Cuál es la palabra «soez» más acertada en nuestro idioma?

V.: Tampoco aquí tengo ninguna duda: la palabra meretriz. Ya verás cómo, al saber su etimología, en adelante la pronuncias con más respeto. La palabra latina meretrix era una de las sesenta formas que tenían los romanos de decir ‘puta’, tal como cuento en mi libro. Y tiene que ver con el verbo latino merere, que significaba ‘merecer’, ‘cobrar’, ‘ganar’. Una meretriz era una trabajadora del sexo que cobraba por su trabajo. La que se lo había currado y, por tanto, ‘se lo merecía’. ¡O sea, que un respeto!

L.: ¿Y cuál es la palabra «soez» más acertada en latín?

V.: ¡Pues me lo estás poniendo fácil! Ya verás, crees que no sabes latín… pero hablas latín y lo entiendes. La palabra «soez» que más me gusta en latín es otra de las sesenta formas de decir ‘puta’: la palabra culibonia. Fíjate qué bien suena, casi retumba: culibonia. Y no necesitas traducción, la entiendes. Comprendes incluso esta definición latina de ese tipo de puta: «Quæ bonum culum habet», la que tiene buen culo. Que ‘culea’ bien. (¡Pero, ojo, no confundirla con la culiola, pues este otro tipo de puta deriva su nombre de culus, ‘culo’, por ofrecer coito anal!).

L.: ¿Y para terminar?

V.: Para terminar explicaré una palabrota de otro tipo: la palabra mierda. Es de etimología fácil: viene del latín merda, que se ha conservado exactamente igual en catalán, gallego e italiano. ¿Sabes de dónde viene la expresión «¡Mucha mierda!» con la que se desean mucha suerte la gente del teatro? Pues antes, cuando aún no se había inventado el automóvil, la gente acudía al teatro en coches de caballos… y, claro, éstos se cagaban a la puerta del teatro. Por eso, desear «¡Mucha mierda!» era desear que hubiesen venido muchos espectadores: cuanta más mierda, más éxito.

L.: Pues eso, Virgilio: «¡Mucha mierda con tu libro!».

 

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L. Sedó
Barcelona, 05-03-2015

 

Ver:
Virgilio Ortega – ¿De dónde nos viene las “palabrotas”? 
Virgilio Ortega – ¿De dónde vienen las palabras?