Cabezas cubiertas
Por María Donapetry
Una de las muchas ventajas de vivir en Oxford es que una llega a escuchar y conocer en vivo y en directo a personas destacadas por sus actividades, ya sean políticas, literarias, artísticas, científicas o en cualquier otro campo. El viernes pasado asistí a una charla que daba Nawal el Saadawi sobre la Primavera Árabe—la reciente revolución egipcia contra el régimen de Mubarak. Sólo había leído su libro Woman at Point Zero (La mujer en el punto cero) y sabía que su actividad política y feminista dentro del mundo árabe y musulmán le había granjeado las iras del gobierno egipcio y, de manera más general, las de muchos gobiernos cuya autoridad se basa precisamente en silenciar a las mujeres. Hoy El Saadawi habló, entre otras cosas, sobre los conflictos religiosos como maneras de controlar a la población y someterla una vez más a la ignorancia y la impotencia. Explicó con sencillez y verdadera agudeza que cuando terminó la carrera de medicina se encontró con que era una ignorante total, que mal habría podido practicar la medicina cuando no sabía nada de economía, política o religión. Dedicó mucho años de su vida a estudiar estas materias y llegó a darse cuenta de que todas estaban relacionadas y que no podia seguir su vocación sin tener en cuenta la confluencia de factores que determinaban el estado físico y anímico de cualquier ser humano. De las religiones monoteístas (judaica, cristiana y musulmana) señaló lo que ya sabemos pero seguimos jugando a ignorar: comparten la creencia en un dios padre que refleja y, por lo tanto, justifica la estructura patriarcal. También comparten el personaje que condena a priori a todas las mujeres: Eva, la primera mujer, un ser que se atreve a acercarse al conocimiento, que ejerce su libre albedrío y que por ello se le cierran las puertas del paraíso. Abundando en su estudio de las religiones, El Saadawi explicó que su interés había crecido según iba viendo las contradicciones más obvias y dio un ejemplo: si este dios crea al hombre como cabeza pensante de la humanidad y a la mujer como ser primordialmente reproductor y no necesariamente pensante, o sea: sin cabeza, ¿por qué es que todas estas religiones exigen que la mujer se cubra la cabeza?, ¿cómo se puede cubrir lo que no se tiene? Hubo risas con sordina en el auditorio ante la pregunta retórica porque sonaba a broma pero todas éramos conscientes de que el ejemplo era acertadísimo y que suponía la articulación de un desafío abierto a un dios perfecto que crea seres imperfectos para luego castigarlos. Y sí, también habló de la Primavera Árabe, de la revolución egipcia y de cómo se están socavando sus principios utilizando precisamente las religiones. Salí del recinto compartiendo parte de su pesadumbre con respecto al futuro de Egipto (y del nuestro), pero también salí contenta de haber tenido la oportunidad de oír a alguien, a una mujer, hablar de manera tan clara sobre las ideologías que sobreviven solo desterrando a las Evas de este mundo “decapitándolas” con un velo.
Oxford, 14-10-2011
mdonapetry@yahoo.com
Página de origen de la imágen:
sahistory.org.za